La otra mitad

La otra mitad


Ayer

Salí de casa temprano, el día estaba dando sus primeros claros, Iba respirando lento, disfrutando de la mañana, como si me llenara de aire limpio a cada paso de mis manoletinas.

Cuando uno vive en una ciudad, tan diversa como es Barcelona, mirar a tu alrededor mientras el tiempo avanza, siempre  es un descubrimiento, cambio tras cambio, supongo que como nosotros mismos.

Un café me vendría bien, no para mitigar el sueño, simplemente porque el olor a mezcla me lleva a un lugar feliz.

El bar es lúgubre, casi una cueva de escritores proscritos. Mi mesa tiene un dejo de olvido y vistas que permitían contemplar las miradas pérdidas de las hormigas que van al trabajo.

Mientras me pierdo en la danza del humo que desprende mi taza. Un &hola&, me sorprende sacándome de mis pensamientos.


-Soy Victoriano


Una  visión hippie, una energía tranquila, una mirada limpia y un morral abarrotado de libros era este caballero.

Deja un libro sobre la mesa. Cómo quien cumple una misión.


-Soy escritor, vendo mis libros y así vivo,  hoy este libro te pertenece.


Mientras hace un gesto con la mirada dejando el libro sobre mi mesa.

Lo oigo hablar durante unos minutos  pero no lo escucho, veo mover sus labios pero no entiendo ni una sola palabra de lo que dice.

Estoy  perdida, me abruma, no logro comprender el porqué de estas emociones que me brotan, me siento sola y rara, es como si por un momento saliera de mí.

Tan solo reacciono cuando me pregunta.


-¿Cómo te llamas?


Se lo digo. Escribe mi nombre en la primera página del libro, seguido a una dedicatoria.


-Fue un placer volver a verte.


-¿Volver?  ¿Si yo no te conozco?


-Quizás no en este tiempo, pero yo te reconozco querida amiga


Así como entró, se fue del bar y de mi vida. Su presencia un misterio sus palabras un rompecabezas.


Hoy.


Miro la fecha garabateada en el papel, quince años pasaron desde mi encuentro con Victoriano. Tiempos en los que escribía cada una de mis historias cotidianas, leerlo me saca una sonrisa.

¿Donde habrá quedado el libro?

No puedo recordar el título, pero tengo grabado la ilustración a fuego, una niña desgarbada en abrazo con un conejo de trapo.

Olivia rompe mi monologo interior.


-¡Mami! Vamos, vamos que es hora.


La voz de mi hija es la canción que más me gusta escuchar, incluso cuando se pone insistente y malhumorada.

Salimos de casa, le he prometido que iríamos a la feria de trastos que organiza el ayuntamiento de nuestro pueblo, para inaugurar la temporada. 

Paseando entre la gente, la veo despierta, sonriendo; saludando a todo el que pasa, dando saltitos, es feliz y esa sensación se asemeja a tenerlo todo, a la plenitud, es amor infinito, si alguien me preguntará que es para mí la felicidad, creo que describiría momentos como este, no es el lugar, no es el tiempo, ni si quiera un sentimiento, es tener la certeza que disfrutas del ahora en paz.

Montañas de trastos, antigüedades, ropa Vintage, muebles  y libros se despliegan a lo largo y ancho de toda la plaza.

Ella mira, indaga, sonríe.


-¿Mami, qué tesoro encontrare hoy? 


Su mirada de picardía, sus muecas y ese movimiento de pestañas hacen que me salga una sonrisa.

Su búsqueda se perpetuó, muchos objetos pasaron por sus manos, muchas historias.




-Al fin ¡lo encontré! Tengo mi tesoro. Quiero este. ¡Me encanta esta nena!



Entre sus manos, se exponía aquella imagen tan lejana, que esta misma mañana había esbozado 

¡Qué “Sincronicidad! el libro de Victoriano en manos de mi pequeña.





¡Incrédula de mí! la vida puede ponerte las respuestas en las manos todo el tiempo, pero tú tienes que comprobarlo.

Abro el libro, y en la primera página, unas palabras de las que nunca fui consciente pero que acompañaban mi nombre. Hasta la otra mitad.


Las palabras tiene el don de despertarnos, armas poderosas, energía, instrumentos.


Si mis palabras no son suficientes, no te preocupes, en algún momento regresarán, porque todo se repite hasta que lo comprendas. La certeza de que todo está íntimamente conectado, que todo es un ciclo natural y tan mágicamente encastrado que, irremediablemente habrás de despertar.

* Sincronicidad – Según  C. G. Jung “coincidencias temporales de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal y que presentan alguna relación con los pensamientos y emociones de la persona que la experimenta”


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